2. La conquista romana de la Península Ibérica y el proceso de romanización.

* Etapas de la conquista.

* Principales aspectos de la romanización.

 

 

 
 

 
La conquista de la Península Ibérica por Roma tuvo lugar, entre
  
                      el año 218 a. C., fecha del desembarco de los romanos en Ampurias
 el año 19 a. C., cuando se adueñaron de los territorios del norte peninsular.
 
     Su presencia se extiende hasta el año 476 D. C.
desaparece el imperio romano de occidente y
llegan los visigodos que fundaron el Reino Visigodo de Toledo.
en tres etapas
 

Primera Etapa: (218ª.C.- 154 A.C.)

lucha entre Roma y Cartago por dominio del Mediterráneo occidental.

comienzo de la segunda guerra púnica (2 18-201 a. C.).

Los romanos desembarcaron en Ampurias en el año 218 a. C.

   para cortar el paso de Aníbal,

   se dirigía con su ejército a Italia.

Los romanos tomaron Sagunto (colonia griega en posesión de los

                                    romanos, pero en territorio cartaginés)

derrotaron a los cartagineses en la Bética (210 a. C.),

tomaron Cartago Nova y Gadir.

El resultado de esta victoria sobre los cartagineses fue el dominio de gran parte del sur y del este peninsular

la obtención de importantes beneficios económicos,

se paraliza como consecuencia de las rebeliones de los indígenas

altos tributos que tenían que pagar a Roma.

Segunda Etapa: (154 A. C. – 29 A. C.)

se conquista el centro y el oeste de la Península;

territorios ocupados por los celtas y celtíberos.

abusos cometidos por los romanos en la administración del territorio

feroz resistencia en muchos pueblos ibéricos

los lusitanos —guerras lusitanas, 154-137 a.C.

    Viriato, dirigente lusitano  

los ce1tíberos—guerras celtibéricas, 154-133 a.C.

    Numancia, ciudad celtíbera,  

El inicio de las guerras civiles en la República de Roma

(entre plebeyos y oligarquía patricia)

extensión a la P.I. detuvieron de nuevo la conquista.

(Lucha entre Mario y Sila (82-72 a.C.)

poblaciones indígenas intervinieron activamente en apoyo de uno u otro bando,

guerra entre César y Pompeyo, en el sur de la Península

(Batalla de Munda, 49 a.C.).

Tercera Etapa: (29 A.C.-19 A.C.)

objetivo el sometimiento de los pueblos del norte de la Península, que se resistieron durante años a la ocupación de los romanos. En las guerras cántabras (29-19 A.C.), Augusto sometió a  los cántabros y a los astures, últimos reductos de la resistencia.

 

Romanización es el proceso por el cual se integraron en el sistema romano comunidades y pueblos conquistados o asociados a este a lo largo de varios siglos.

En el caso de Hispania, consistió en la transformación gradual de todos los habitantes de los pueblos peninsulares en ciudadanos del imperio romano,

fueron asumiendo las costumbres,

la organización política, jurídica y social romanas,

su lengua, el latín.

 

La intensidad de la romanización fue muy diferente entre

las zonas del sur y levante,

temprana e intensa,

zonas del norte,

muy débil y tardía.

 

La organización del territorio: provincias, vías de comunicación. 

 

división del territorio en provincias.

Hispania fue dividida,        en dos provincias: la Citerior (valle del Ebro y costa

mediterránea)

 la Ulterior (resto del territorio

conquistado).

En tiempos de Augusto fueron tres provincias:

Tarroconensis

Lusitania

Betica

fueron fragmentando el espacio hispánico hasta el Bajo Imperio (siglo III d.C.), en cinco provincias:

Tarracønensis,

Cartaginensis,

Baetica,

Lusitania y

Gallaecia.

 

Las provincias eran consideradas territorios sometidos y explotados en beneficio de Roma.

Estaban gobernadas por un pretor o un cónsul, con el rango de propretor o procónsul,

asesorado y vigilado por una Asamblea (Consilium) y

divididas en conventus,          que era un centro para la administración

 de justicia.

Al frente de la Hacienda provincial estaba un cuestor.

 

Calzadas      controlar el territorio, 

red de comunicaciones bien estructurada.

Toda la red confluía en la vía Augusta, unía   Italia,

Galias

valle del Guadalquivir

 la vía de la Plata, unía el noroeste con

la costa tlántica meridional

a través de   Mérida y

Huelva.

Las ciudades hispanorromanas 

 

La administración y la explotación de Hispania se basaban en un entramado de ciudades con funciones administrativas, económicas, sociales, culturales y políticas.

En el curso de la romanización,

las ciudades indígenas se convirtieron en ciudades romanas,

desapareciendo el régimen político-administrativo prerromano

 mantuvieron las ciudades preexistentes si aceptaban de buen grado

 el dominio romano

los municipios, que eran ciudades indigenas que matuvieron su estructura prerromana

aceptaban la dominación romana contra su voluntad

 

nuevas ciudades. Que eran los campamentos o “colonias”

romanas que eran ciudades fundadas por los romanos.

Entre otras, destacaban Barcino (Barcelona), Tarraco (Tarragona),

Caesar Augusta (Zaragoza),

Hispalis (Sevi1a),

Emerita Augusta (Mérida) o

Valentia (Valencia).

Estas ciudades tenían diferentes regímenes:

las ciudades estipendiarias,

que habían sido conquistadas por la fuerza, estaban sometidas a un pretor

obligadas a pagar un tributo anual (estipendio);

Participar con hombres en el ejercito

las ciudades federadas conservaban sus derechos,

tenían que prestar auxilio a Roma

facilitar víveres;

pagar los impuestos

las ciudades inmunes disfrutaban de autonomía

estaban exentas de pagar impuestos.

No participan en el ejercito romano

 

La organización económica

 

La posesión de la tierra era un símbolo de prestigio y de riqueza en Roma,

Las mejores tierras pasaron a manos de la aristocracia senatorial.

La instalación de los nuevos colonos romanos provocó

importante crecimiento de la producción agrícola,

la construcción de muchos canales

convertir en regadío tierras de secano

generalización del uso de utillaje agrícola más moderno

(arado romano, trillo con ruedas).

introdujeron técnicas de abono y de rotación de cultivos.

producción de trigo y de otros cereales,

vinos

aceite de oliva.

economía comercial             exportación de minerales,

venta de esclavos (las denotadas tribus indígenas)

importaba casi todos los bienes manufacturados: cerámica,

tejidos,

productos suntuosos,

armas, etc.

Los metales, que eran propiedad del Estado: oro,

plomo,

plata,

cobre,

hierro,

mercurio.

 

La organización social

formada por población libre           ciudadanos romanos

privilegiados

disponen del poder económico

  político

grupos       el orden senatorial

*senadores

*grandes

        propietarios

    el orden ecuestre

o de caballeros

puestos intermedios

ejército

administración

los decuriones

habitantes indigenas más ricos de las ciudades

no privilegiados,

la mayor parte de la población

sólo tenían el derecho a votar

la plebe           artesanos

   pequeños  

     comerciantes

 

 

no ciudadanos romanos. 

no disponían de derechos políticos.

esclava.            no tenían ningún derecho

no podían acceder a la propiedad,

realizaban los trabajos más duros en las minas

   en el campo.

 

A partir del S. III, el Imperio se ruraliza y la población se dirige al campo,

 Villae    latifundios de la nobleza

 

La religión, la cultura y el arte

 

La religión      tuvo que competir (la religión romana) con

cultos indígenas,

cultos orientales

cristianismo.

se apoyaba en las divinidades oficiales

el culto al emperador,

los dioses protectores de la casa y de la comunidad,

dioses relacionados con el ciclo económico.

 

Introducción de una religión oriental nacida entre los judíos, el cristianismo,

llegó por el sureste de Hispania (siglo I).

 

La lengua latina,       factor de romanización.

difundida por los soldados y comerciantes,

desplazo a casi todas las lenguas indígenas

 

integración en el sistema romano del resto de aspectos culturales:

emperadores hispanos (Trajano,

Adriano,

Marco Aurelio y

Teodosio);

escritores como el cordobés   Lucio Anneo

Séneca;

el historiador Lucano;

el autor de epigramas, Marcial;

el geógrafo Mela y

el agrónomo Columela.

obras públicas          acueductos (Segovia),

murallas (Lugo),

puentes (Alcántara),

teatros (Mérida y Sagunto),

anfiteatros (Itálica),

sepulcros (Torre de los Escipiones, Tarragona),

arcos conmemorativos (Bará en Tarragona

y Medinaceli en Soria),

templos (Diana en Mérida).

 

 

 

 

 

Pregunta corta 2

 

ETAPAS DE LA CONQUISTA ROMANA DE LA PENINSULA IBERICA Y EL PROCESO DE ROMANIZACION

 

 

 

 

La conquista romana empezó en el año 218 a.C. y se dividió en tres etapas.

De 218 a 154 a.C, se dio la Segunda Guerra Púnica entre Roma y Cartago por el dominio del Mediterráneo occidental. En ella destacó Aníbal, al mando del ejército cartaginés, que fue derrotado por Escipión. Como resultado, los romanos adquirieron el dominio de gran parte del sureste peninsular e impusieron el pago de altos tributos a Roma.

La segunda etapa discurre desde 154 a.C. hasta 29 a.C. Los romanos conquistaron el centro y el oeste de la Península, incluyendo los territorios ya ocupados. La resistencia de muchos pueblos ibéricos condujo a conflictos como las guerras celtibéricas y las lusitanas. Mas tarde, también estallaron las guerras civiles en la República de Roma entre patricianos, partidarios de Sila, y plebeyos, defensores de Mario. Estas luchas se extendieron a la Península Ibérica al intervenir las poblaciones indígenas en apoyo a uno de los dos líderes. De la misma manera se reflejó la guerra entre César y Pompeyo.

Finalmente, del 29 a.C. al 19 a.C, los romanos intentaron someter a los pueblos del norte de la Península, los últimos en caer siendo los cántabros y los astures tras las guerras cántabras.

 

 

La romanización es el proceso por el cual se integraron en el sistema romano comunidades y pueblos conquistados o asociados a este a lo largo de varios siglos.

En el caso de Hispania, la romanización consistió en la transformación gradual de todos los habitantes de los pueblos peninsulares en ciudadanos del imperio romano. Su intensidad y desarrollo fue diferente entre las zonas del sur-levante y del norte.

 

Inicialmente, Hispania fue dividida en dos provincias: la Citerior (valle del Ebro y costa mediterránea) y la Ulterior (resto del territorio conquistado). Con Augusto, se paso a tres provincias: Tarroconensis, Lusitania y Betica. En el Bajo Imperio, se llego a cinco provincias: Tarraconensis, Cartaginensis, Baetica, Lusitania y Gallaecia. Las provincias estaban divididas en conventus y gobernadas por un pretor o un cónsul, asesorado y vigilado por una Asamblea.

En lo que concierne a las vías de comunicación o calzadas, se trataba de una red de comunicaciones bien estructurada cuyo objetivo era controlar el territorio. Toda la red confluía en la vía Augusta y la vía de la Plata.

 

Hispania estaba constituida por un entramado de ciudades con funciones administrativas, económicas, sociales, culturales y políticas. Estas ciudades podían ser de distintos tipos.

Por un lado, estaban las ciudades indígenas, que aceptaron la dominación romana de buen grado y en las que desapareció el antiguo régimen político-administrativo. Otras, mantuvieron su estructura prerromana y aceptaron la dominación romana contra su voluntad, denominándose municipios.

Por otro lado, aparecieron las nuevas ciudades originadas a partir de los campamentos o “colonias” romanas. Estas se subdividían a su vez en diferentes regímenes. Uno de ellos eran las ciudades estipendiarias, conquistadas por la fuerza, sometidas a un pretor, obligadas a pagar un tributo anual y con la obligación de participar con hombres en el ejército. Otro régimen era el de ciudades federadas, que conservaban sus derechos y tenían que prestar auxilio a Roma, así como facilitar víveres y pagar impuestos. Finalmente, también entraban las ciudades inmunes, el mejor tipo de ciudad deseable, ya que eran autónomas, estaban exentas de pagar impuestos y no participaban en el ejército romano.

 

Roma conquistó Hispania en búsqueda de materias primas. La colonización mejoró la productividad de los campos, con la mejora en la irrigación (construcción de canales) y nuevos cultivos. Esto permitió un crecimiento de la producción de trigo, vino y aceite de oliva. El comercio fue respaldado por la exportación de minerales que eran propiedad del Estado. Además, se practicó la venta de esclavos y se importaron casi todos los bienes manufacturados.

 

La producción de las materias primas dependía del trabajo de los esclavos, los cuales no eran considerados ciudadanos romanos, no tenían ningún derecho y no podían ser propietarios. También existían hombres sin ciudadanía romana y sin derechos pero que no eran esclavos.

En cuanto a los que si eran ciudadanos romanos, se distinguían dos tipos. Primero, estaban los no privilegiados, la plebe, que constituía la mayor parte de la población y tenia únicamente derecho a voto. Después, estaban los privilegiados, con poder económico y político y que se organizaban en tres grupos jerarquizados: el grupo senatorial, formado por senadores y grandes propietarios, el orden ecuestre, con puestos intermedios en el ejército o la administración, y los decuriones, los habitantes indígenas más ricos de las ciudades.

 

Los tres pilares de la romanización fueron las leyes, la religión y la lengua. En lo jurídico, las leyes establecían gradaciones de penas en función de la importancia del delito. En lo religioso, los pueblos conquistados tuvieron que practicar el culto al emperador y creer en las divinidades oficiales. Sin embargo, los indígenas consiguieron seguir adorando a sus dioses paganos o dioses relacionados con el ciclo económico. Además, la religión romana tuvo que plantar cara a una nueva religión oriental nacida entre los judíos, el cristianismo. Por ultimo, en lo lingüístico, la lengua latina se difundió gracias al comercio y el ejército, desplazando a las lenguas indígenas.

 

No obstante, los pueblos peninsulares también influyeron en los romanos, al integrarse al sistema romano aspectos culturales como emperadores hispanos (Trajano, Adriano, Marco Aurelio y Teodosio), escritores (Séneca)…

 

 

 

Sophie Recio San Emeterio